QUE NO SE TE PASE: Entre el control y la hipocresía republicana, la libertad de la mujer está en juego | Univision

“La mayoría de la población estadunidense, al igual que la hispana, reconoce que la decisión sobre el aborto le pertenece a la mujer, no al estado”.

                                                                                                                María González, Secretaria Nacional de Prensa de Latino Victory

QUE NO SE TE PASE

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Entre el control y la hipocresía republicana, la libertad de la mujer está en juego | Univision

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Por María González, Secretaria Nacional de Prensa de Latino Victory

La alarma había sonado el 9 de julio de 2018, cuando las mujeres fuimos testigos de una violación colectiva a nuestro derecho de ser humanas. El Senado de Estados Unidos había confirmado como juez de la Corte Suprema a Brett Kavanaugh, un hombre que según el testimonio bajo juramento de la Dra. Christine Blasey Ford violentó su cuerpo cuando eran adolescentes.

Casi un año después de la confirmación de Kavanaugh, estamos viviendo otra violación colectiva. Esta vez impuesta por las legislaturas estatales en Alabama y Georgia, que aprobaron la semana pasada leyes que prohíben el aborto y que figuran entre las más extremistas y restrictivas en la historia del país. Ambos hechos demuestran que para los gobernantes republicanos, las mujeres no somos seres humanos con voluntad propia –nuestro cuerpo es un objeto para legislar, gobernar y en el peor de los casos, violentar sin consecuencia alguna.

La ola de leyes estatales que limitan el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, bajo el disfraz hipócrita del derecho a la vida, son una segunda alarma. Esta vez, no podemos ignorarla, ya que si no frenamos este movimiento de opresión, las mujeres perderemos la libertad que tanto nos ha costado.

Cuarenta años atrás, las mujeres solteras, divorciadas o viudas no podían obtener una línea de crédito en un banco sin la firma de un hombre, y las mujeres podían ser despedidas de su empleo tras quedar embarazadas. No teníamos independencia social, económica o política –vivíamos casi en estado de esclavitud–. Hoy, estas prácticas parecen ser de una época lejana y la gente las considera arcanas y hasta ridículas. Pero puede tomar tan solo una generación el revocar las leyes que hicieron de estas prácticas un acto ilegal e inmoral. Si no lo creen, hay que ver legislaciones como la de Alabama, que fue aprobada por 25 hombres que nunca en su vida han estado embarazados y que nunca tendrán que lidiar con lo político que es tener una matriz en este país.

Los republicanos y los grupos conservadores han trabajado pacientemente por décadas para revocar el derecho de la mujer de decidir sobre su cuerpo, y su lucha no tiene absolutamente nada que ver con la protección de la vida del feto. Si en realidad les importara la vida de los niños, se ocuparían de proveer cuidado después de nacer, pero lo único que hacen es recortar fondos para el cuidado de la salud, la atención prenatal y la educación. Ni hablar de la carencia de ayuda que existe para las madres solteras. También legislarían para restringir las armas de fuego para que ni un niño ni una niña más mueran en las aulas escolares y pasarían leyes para mejorar la inmigración y el sistema de asilo para que ni un solo niño o niña más muera en las manos del Border Patrol.

Y si en realidad quisieran disminuir el número de abortos, ofrecerían fondos para que entidades como Planned Parenthood incrementen sus servicios de educación sexual, incluyendo el acceso a anticonceptivos para la mujer. Los hombres consiguen anticonceptivos hasta en las gasolineras, y nadie ha legislado sobre sus cuerpos para hacerlos responsables de los abortos, a pesar de que también lo son. Pero no. Lo único que les importa a los legisladores republicanos es controlar a la mujer, ponerla en su lugar, exigirle que le entregue su cuerpo al estado para que un grupo de hombres decida lo que ella debe hacer.

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