“Debemos asegurar que nuestra gente siga haciendo historia no como víctimas de la opresión, sino como agentes de cambio.”
Julián Castro, el candidato presidencial que está haciendo historia | Univision
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Por: Mayra Macías, Directora Ejecutiva de Latino Victory
En la madrugada de enero de 1918, en un pueblo llamado Porvenir, 15 hombres de descendencia mexicana fueron despertados y obligados a salir de sus casas. No tuvieron tiempo de vestirse. Bajo la oscuridad y en el frío de invierno, marcharon a punta de pistola a un lugar desierto. Allí, un grupo de hombres armados de la fuerza policial Texas Rangers y del ejército los ejecutaron.
Murieron padres, abuelos, hijos, hermanos, con edades comprendidas entre 17 y 72 años. El motivo de la masacre fue un mal-entendido. Las autoridades estadounidenses querían culpables y lanzaron su ira—y sus balas—hacía mexicanos inocentes.
En esta época, los Rangers y la mayoría de los rancheros anglosajones en el sur de Texas le tenían un odio certero a los mexicanos. El odio era fomentado por el racismo y la xenofobia que por igual, causó miles de asesinatos y linchamientos en Texas y en el suroeste del país.
Más de 100 años después ocurrió la masacre en El Paso, a unas cuantas millas de Presidio. Otra vez un ataque en contra de los mexicanos. La causa, una vez más, fue el racismo. Pero esta vez, fue propagado y avalado por otra entidad de gobierno—por el mismo presidente del país.
A diferencia de 1918, en el 2020, los latinos contamos con poder político masivo, evidenciado por un candidato presidencial de descendencia mexicana—un abogado de 45 años que tiene rasgos físicos iguales a los de los mexicanos que fueron víctimas de los Texas Rangers.
Esta vez, una persona de descendencia mexicana pudo alzar la voz y lanzarse para derrotar al presidente Trump, el mismo causante de los ataques antiinmigrantes y antilatinos que resucitaron de los libros de la historia.
Este candidato se llama Julián Castro. En la Cumbre Política de Latino Victory en enero, llegó puntual y sonriente. Pintaba una figura clásica y formal, vestido de traje oscuro. Proyectaba un aura de calma, sin un rastro de la ansiedad afable que tienden a poseer los políticos.
Acababa de anunciar su candidatura presidencial, convirtiéndose en el primer candidato en la historia en hacerlo en inglés y en español. Actuaba como si estuviese en una reunión familiar, y no en una cumbre política, en donde se convirtió en el primer candidato presidencial en visitar Puerto Rico. Así se ha comportado Julián durante su campaña presidencial—auténtico y siempre un paso adelante del resto de sus compañeros.
A pesar de haberlo conocido años atrás, cuando era Secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, cuando lo saludé en Puerto Rico, las cosas habían cambiado. Esta vez, saludé a un candidato presidencial—de descendencia mexicana, de piel morena igual que la mía, nieto de una inmigrante, que cada año festeja su cumpleaños el 16 de septiembre junto a su hermano gemelo Joaquín, con una pachanga cuya invitación requiere solamente las ganas de bailar, comer y de pasarla bien.
Esa mañana en Puerto Rico, me encontraba frente a un candidato cuya campaña presidencial es histórica, sabiendo que un día quedará inmortalizada en los libros de historia, descrita como un parteaguas político para los latinos en los Estados Unidos.
Su plataforma habla por sí sola, pero vale la pena mencionar que es una de las más inclusivas, progresistas y pragmáticas de la bancada demócrata. Fue el primer candidato en presentar una propuesta migratoria, el primero en proponer un plan para frenar el abuso del poder policial que afecta a las comunidades de color, y el primero en proponer un plan para los Nativos Americanos.
Quiere expandir el cuidado de salud asequible, mejorar la educación, proteger el medio ambiente y proveer una economía que trabaje para todos.
A pesar de que Julián reúne las cualidades de un candidato ideal, su campaña presidencial no ha sido fácil. Pero tampoco lo ha sido nuestra historia—y aún así, aquí estamos.
Sí, es un candidato con una experiencia política robusta que no ha perdido la humildad, sencillez y la conexión con con su gente. Fue el regidor más joven en San Antonio, alcalde de una de las ciudades más grandes del país, y alumno de la administración Obama.
Es abogado de profesión, graduado de las escuelas públicas en un barrio en San Antonio y de las universidades de Stanford y Harvard—siempre caminando entre la línea de lo que se es y de lo que es posible ser, y nunca perdiendo ambos lados de su identidad.
Aún así, Julián no camina libre en su candidatura—carga en sus hombros la historia de una raza que ha sido maltratada y humillada desde 1848, pero que siempre ha sabido sobrevivir.
Nuestra historia tiene capítulos turbios que duelen leer, pero que debemos enfrentar para que no se vuelvan a repetir. No la podemos cambiar, pero si podemos escribir una historia latina que cemente las contribuciones que hemos hecho en este país—al igual que nuestro poder político. Debemos asegurar que nuestra gente siga haciendo historia no como víctimas de la opresión, sino como agentes de cambio.
En las elecciones del 2020, tenemos el poder de escribir un capítulo de orgullo. Apoyar a Julián Castro para presidente es apoyar a un agente de cambio, un ciudadano de descendencia mexicana que cambiaría totalmente el rumbo del país—para el bien de todos. Julián es hijo de una comunidad trabajadora que sabe luchar por lo que quiere y que nunca se raja. Es protagonista de una historia que vale la pena escribir.